domingo, 23 de enero de 2011

Scream



Lo recuerdo perfectamente.
Iba a llover y tú gritabas.
Dejaste Boston y te viniste a París, a un piso en Faubourg Saint Denis.
Te enseñé el barrio, mis bares, mi colegio.
Te presenté a mis amigos, a mis padres.
Escuché los textos que ensayabas, tus canciones, tus esperanzas, tus deseos, tu música.
Tú escuchaste la mía, mi italiano, mi alemán, mi poco ruso.
Te regalé un walkman, tú me regalaste un almohadón y un día, me besaste.
El tiempo pasaba, volaba, y todo parecía tan fácil, tan sencillo, tan libre, tan nuevo y tan único.
Íbamos al cine, a bailar, de compras, reíamos, llorabas, nadábamos, fumábamos, nos afeitábamos, de vez en cuando gritabas sin razón alguna o con razón, a veces con toda la razón.
Te acompañaba al conservatorio, estudiaba para mis exámenes, escuchaba tus ejercicios de canto, tus esperanzas, tus deseos, tu música.
Tú escuchabas la mía.
Estábamos cerca, muy cerca, cada vez más cerca.
Íbamos al cine, a nadar, reíamos juntos.
Tú gritabas, a veces con razón, a veces sin.
El tiempo pasaba.
El tiempo volaba.
Te acompañaba al conservatorio, estudiaba para mis exámenes, me escuchabas hablar italiano, alemán, ruso, francés, estudiaba para los exámenes, gritabas, a veces con razón.
El tiempo pasaba, sin razón, gritabas, sin razón.
Estudiaba para los exámenes, los exámenes, los exámenes, los exámenes.
El tiempo pasaba.
Gritabas, gritabas, gritabas.


(Paris, Je t'aime)


.
...
.....


No tiene explicación. Es lo más absurdo que existe.
Y como todo lo absurdo, es obsesivo.





martes, 11 de enero de 2011

Aleatoriamente



Enamorarse en un autobús.

Así se conocieron. Todo era igual, las calles, el recorrido, la hora, el aire, las personas. Lo mismo de siempre. Pronto se convirtió en una especie de reto. En el momento en el que conducir por el vértice de las miradas se vuelve un juego demasiado peligroso, no hay vuelta atrás. La obsesión también tiene un límite. Pero le llamaba. Se reía y le llamaba. Decían que hay miradas que te atrapan. Gente imantada. Has caído en su gravedad. Esto es algo grande, le dijo. Estoy planeando una huida. Ahí decidió que se casaría con ella. Quinientos días juntos. Intercambiar un chicle y un par de canciones es la mejor forma de romper el hielo. Estaba claro que eran compatibles: a los dos les volvía locos el chocolate y les crujían los pies cuando hacían el amor. Tomar una decisión: Me complicarás la vida, lo sé. ¿Un café, quizás? No da tiempo de llegar a la esquina. Esto es un atraco, ¿tus labios o la vida? Bésala. La boca llena de sueños frustrados. Roma, Roma. Llévame a Roma. Y si es niño se llamará... Resulta que después de todo eres un tío interesante. Tener los ojos verdes y tocar la guitarra te hace serlo. Me quiere, no me quiere. Cuatrocientos noventa y nueve de forma aleatoria. Mode sugar on. Nunca te gustaron las cenas en familia. Jueguecitos debajo de la mesa. ¿Quién soy? Cariño, te crujen los pies.¿Hoy toca pizza y peli? ¡Corred, subid los pies al sofá, no vaya a ser que alguien os agarre el tobillo desde abajo! Odiar sus rodillas y su risa en la nuca. Puto terciopelo. All you need is rock. Princesa por sorpresa. El tiempo que no te haga falta. No tú, no tú. Cuelga tú. Beep, beep beep. Contestador. Palabras, palabras, palabras. Tras la palabra está el caos. Antigravedad. Y fueron perdices y comieron felices. ¿Eso es todo?

Suena demasiado fácil, pero no te atreves a acercarte y ella se baja y no vuelve.
El amor está sobrevalorado. Aunque sea en un autobús.

domingo, 9 de enero de 2011

Como en espiral


La mujer caracol sonríe con la boca torcida

pasea sus dedos por la barandilla

como si caminasen

despacio



.