sábado, 29 de septiembre de 2012

Heartbeats


Ya es tiempo de sudadera.
Significa empezar algo, y a la vez terminar, de algún modo. Flexionar las rodillas, preparar un salto mortal. Entrar en fase de adaptación al medio. Tiempo de expectación por algo que aún no estamos muy seguros de qué es. Tiempo de asentamiento, de levantarse un día sin ganas de ver a nadie, pero no como una sensación mala, sino como la mera necesidad de estar con una  misma. De días naranjas y ocres. De sacar de paseo tus pensamientos para que les de un poco el aire. Eso siempre sienta bien. Sentir ganas de eliminar cualquier resquicio de red social y estar cada día más segura de que Twitter es una puta enfermedad de la que no hay escapatoria; estar cada día más segura de que estamos enfermos.
Seguro que también tienes días en los que te levantas sin estar muy seguro de quién eres. Días en los que ni la música funciona. O días en los que ojala pudieses gritar, romper cosas, sólo porque necesitas hacerlo. Lo mejor entonces es salir y echar a andar sin tener muy claro adónde vas, mis pasos suelen conducirme al río. También es tiempo de esos días nulos, nefastos, en los que te despiertas sin identidad. Tiempo de romper, de romper los charcos, los prejuicios. De derribar y construir, consolidar algo. De recordar cómo huele la lluvia.

Miro por la ventana y pienso que me encantan los días de este color. Que ya es tiempo de sudadera. Tiempo de limpieza, por fuera y dentro. Tiempo de renacer.